Agujeros y zurcidos


Con el uso, algunas materias textiles se desgastan y agujerean.
Si no se repara, el agujero puede ser cada vez mayor e impedir la utilización del objeto.
Hay una solución: El zurcido.

Conozco gente que tira los calcetines agujereados. Que no sabe o no quiere coser y desecha lo que ha sido dañado. A mí me gusta reconstruir esas prendas. Creo en su segunda vida.

Un zurcido es la recuperación de una superficie herida. Busca los pocos puntos fuertes en la frontera de la lesión y lanza hilos desde un lado a otro. Lo hace en dos direcciones que se llaman trama y urdimbre. No deja de ser un equilibrio de contrarios; un cruce de caminos que, a fuerza de ser transitados, estrechan la comunicación, cierran el daño.

Para que el zurcido resulte un éxito, se han de cumplir dos condiciones. Una requiere mano cuidadosa y ojo atento para buscar los puntos de apoyo y construir los puentes. La otra es el tejido, la calidad del tejido. Un material sintético jamás admitirá un buen zurcido, sus fibras no son dúctiles, resultan tercas y nada agradecidas. Un  tejido noble, por el contrario, admitirá la labor y le devolverá prestancia al trabajo, una vez terminado. 
Vale la pena restaurar un tejido noble, el otro, mejor dejarlo ir.

Por eso, hemos de verificar, en primer lugar, que el tejido a rescatar sea de buena calidad. Si es así, luchar por él tiene premio.
En segundo lugar, adiestremos el ojo y la mano. El primero para que sepa identificar en el daño, aquello que resiste, lo que es fuerte y puede ser punto de apoyo para la futura labor. La segunda, la mano cuidadosa, aprenderá la tarea minuciosa, paciente y dedicada de reconstruir, hilo a hilo, puntada a puntada, lo que fue una superficie lisa. Lo que será un tejido con cicatrices pero resistente a los nuevos usos, con una segunda vida.


Dedicado a "Amazing Feet", ella sabe porqué.

No hay comentarios:

Publicar un comentario