Trenes como pequeñas cajas en movimiento.
Moviéndose parecen ocultar, a duras penas, la insoportable
fragilidad de la que estamos hechos .
Trenes que miran en la distancia y distribuyen nuestra diminuta actividad de afanosas hormigas.
Veo, a través de las ventanas, el paisaje móvil.
Materializándose a mi paso como películas mudas. O sonoras, según.
Trenes: Un
tiempo blanco que me dedico, salvo cuando algún pasajero accidental,
accidentalmente ruidoso, accidentalmente acreedor del título “dueño del mundo”,
arruina el silencio y me hace añorar los hiper civilizados silent wagon japoneses.
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