Recordaré este verano como un tiempo que empezó Amarillo y acabó siendo Blanco.
No hubo fiebre verde, ni savia ni aire de colorofila. No hubo olor a sal y algas ni conversaciones con estrellas de mar. No hubo meigas ni encantamientos. No miré, largo largo, el horizonte solo verde y azul del mar de mi playa.
Sin embargo, a pesar de la nostalgia, no habrá sido un mal verano.
Ha habido acción. Un tsunami ha pasado por casa y la ha dejado cambiada, desconocida, joven. Yo me siento también renovada. No hay como una buena revolución para saber en qué punto están las cosas.
El verde, el azul alto y largo del horizonte, mi playa siguen allí. Hasta que volvamos a nadar con los peces, a ser niños en sus brazos de arena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario