Se llama suribachi. Es un mortero japonés.
La superficie estriada de su cara interior
permite triturar semillas como el sésamo que, de otra forma, no serían
asimiladas en la digestión.
El relieve retiene la semilla y permite que el mango o surikogi rompa la cáscara.
De esta forma, se liberan los aromas del producto.
Los morteros occidentales no ofrecen esta característica.
Utilizarían la fuerza del golpe para aplastar y deshacer el grano.
Con el relieve, (la herramienta, la superficie, el ambiente adecuado),
las semillas, sin violencia, ofrecen su aroma.
Solamente hace falta observar con calma
qué necesitan.
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