Navidad en arpillera, blanco y plata

Acudo a tiendas no siempre demasiado bonitas a buscar elementos de atrezzo para mi trabajo. En esas ocasiones, siempre recuerdo una frase de una colega con la que colaboré durante bastante tiempo y con la que, sobre todo, me divertí muchísimo.  
Ella opinaba que había que sacar las cosas de contexto. Cuando descubríamos un hallazgo entre la morralla y la baratija, decía:  "Esto, fuera de contexto, puede funcionar muy bien". 

Y así era, en efecto. Rescatado del entorno cutre, de la apabullante vulgaridad de su hábitat y expuesto solo, sobre fondo blanco, el objeto se crecía en su singularidad y brillaba con luz propia.

Es así como busco lo que  habla en voz baja entre espumillones y oropeles. Lo que, por su sencillez, hace apenas ruido. Pero, una vez liberado del envoltorio de plástico chillón y dispuesto, cuidadosamente, en el soporte y bajo la luz adecuadas, resuena su belleza sencilla y su auténtica esencia.

Arpillera. Blanco de laca. Plata.
Un primer bodegón luminoso que anuncia la navidad.









Por cierto, aquella amiga de la que hablaba vive muy cerca y no nos vemos casi nunca. Pero siempre queda, como un susurro entre los días, la posibilidad de retomar nuestra historia.
Te dedico esta entrada, Pi. Ya sabes porqué.

1 comentario:

  1. Un lugar con mucha magia, aquel era la cueva del Green Elf y AliBabá juntos. Además de un sofá mostos, esa mañana cargamos con un archivador llenito de carcoma, un sofá lleno de tantas promesas como muelles asomaban y una cuna tirolesa con balancín y todo. Volvimos dos o tres veces más al chamarilero a buscar una tabla de planchar desvencijada y alguna que otra chuchería. Recuerdo aquella Navidad metiendo el sofá, muy recuperado, en un escaparate con guirnalda de tarlatana y subidas de puntillas en una escalera infinita porque había que colgarlo todo. Aquella Navidad.
    Muchas han pasado pero mi disposición es la misma, mi deseo sigue intacto y las ganas de retomar "lo nuestro"…mucho más que nunca.
    Sí, ya sé.

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