Al
final Bogart resultó ser demasiado complicado para nuestra familia de
cuidadores amateurs, a pesar de nuestra buena voluntad.
Una
parte esencial de su pasado se nos ocultó, quizá deliberadamente. La cuestión
es que ya había sido devuelto en dos ocasiones y estaba demasiado acostumbrado a su
lenguaje carcelario de mordiscos y gruñidos amenazantes como para convivir con humanos.
Así
pues, una tarde que nunca olvidaré lo devolvimos a su manada a la que,
afortunadamente, se alegró de volver.
Me
lo dijo todo el hecho de que allí nadie pareció sorprenderse. Sin poner objeciones lo
cogieron de su collar y lo devolvieron al lugar de donde lo habíamos sacado.
Volvió a ser un perro ladrando entre otros perros ladrando. Y yo me fui de allí
sintiéndome muy triste.
Eso si, con mas ganas que nunca de Encontrar A Mi Perro.
Decisión dura, y no dudo que meditadísima. No entiendo por qué ocultan información, hacen sufrir a las familias y a los pobres animales...
ResponderEliminarLos perros que han vivido en perreras son especiales, muchos no curan nunca su heridas interiores y su carácter se resiente para siempre. Su capacidad de empatía se exagera por defecto o por exceso.
Pero ánimo, !seguro que tu perro te está esperando en alguna parte!
Desde lejos te acompaño en estos días complicados, porque sé qué es querer a los animales.
Un beso
Cuando encuentres " a tu perro " te vienes a presentarlo a nuestra manada.....:)
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