"Un amigo para Frank" Jake Schreier


Precioso bosque. Elegante anciano jovial dando un paseo. Nada aparentemente fuera de lo normal.
Aparece un cochecillo extraño. Nos da la pista de que estamos a las puertas del futuro inmediato y, por determinadas señales, también sabemos que ronda un secuestrador llamado Sr. Alzheimer .

Como actualmente en muchos casos, en ese vecino tiempo, los hijos, si pueden, resolverán la cuestión con dinero. Es fácil. Un pequeño robot sanitario, adorable  por cierto, que impondrá una serie de actividades y hábitos saludables al rebelde e independiente Frank.

Cómo dotamos de "sentimientos" a los objetos por el simple hecho de compartir con ellos nuestros recuerdos y anhelos...
Cómo necesitamos la ilusión para vivir y salir de nuestras sucesivas cárceles de rutina y decadencia...
Cómo un proyecto absurdo puede poner en funcionamiento nuestras habilidades y mantener en la superficie todo nuestro potencial alerta, a punto. El ingenio, la vitalidad, el espíritu de lucha...
El pequeño amigo de Frank, de alguna forma comprende, gracias a un sofisticadísimo softward, que Frank necesita eso: Proyecto para salir de su abatimiento. Y, al menos durante un tiempo, le proporciona las herramientas para ello. Se convierte en su cómplice. No diré mas al respecto.

Frank Langella, desliza una "no actuación" que es lo mejor de la película. Elegante, creíble, digno. Establece una relación tan plausible con el robot que la historia nos parece algo que puede ocurrir en unos pocos años en la casa de al lado.
Me gusta su cara de perplejidad con los "nuevos tiempos", en que las bibliotecas se vaciarán de libros para convertirse en "espacio de experiencia". Sentado en un sillón ultramoderno, ve cómo, en actividad frenética, se desmantela a su alrededor todo lo conocido, asombrado, perdido, dejado a un lado: "Frank, eres tan retro que resultas ultramoderno".

Amable película... quizá.
El mensaje... no tanto. 
No salimos demasiado bien parados.







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