Acaba el verano. No el calor, ni el tedio del bochorno, no las pesadas noches. Acaban las vacaciones, esas que este año han sido tan fugaces que ni las he visto.
Sin embargo, a la vuelta de la esquina, sin estrenar, perfectos, aguardan los proyectos. Es lo que yo llamo "el tiempo de los fascículos".
Hablo de listas de propósitos, de mil frases que empiezan por "este año voy a...".
Todos sabemos cuán escasa y menguante es nuestra constancia, yo, mas que nadie. Porque a mas frentes, menos intensidad, a mas proyectos, menos dedicación para cada uno... Aún así, me dejo pensar que este año será diferente. y, además, me lo creo.
Es el tiempo de remover cajas de botones y bolsitas de lanas, abrir cajones y organizar papeles. A pesar de que el calor aún nos dice lo contrario, es tiempo de cambios.
Es tiempo de empezar nuevas historias.
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