Silencio. Obras.

"Para crear, hay que destruir", dice Paco, nuestro Thor particular, con su maza colgando del cinto.
Temible y poderoso.
Sí, amigos, estamos en ese túnel que define una reforma, ese tránsito que empieza siendo un cambio de ventanas y se convierte en una revolución doméstica en toda regla.

Algunas cosas que estamos aprendiendo de las reformas en casa:

  • Nunca, nunca nunca, una reforma se detiene en el primer objetivo, siempre hay un sinfín de "ya ques..." que irrumpen sin cesar a uno y otro lado y ante los que no tienes, verdaderamente, ninguna fuerza. Y cedes.
  • Nunca, nunca nunca, el presupuesto que llevas en mente será respetado. Ni siquiera por uno mismo. (Intervienen de nuevo los "ya que...").
  • Por más que te prepares psicológicamente y te digas: "Vamos a llevarlo bien",  siempre hay momentos de desánimo extremo cuando, tras un día intentando abstraerte y seguir trabajando (porque trabajas desde casa, no lo olvides), y con el pelo y la ropa blancos de polvo, miras a tu alrededor y te dices, muy bajito para que nadie te oiga..."y a mí quién c... me mandaría meterme en ésto".
  • Los grifos que te gustan siempre, siempre siempre, son los más caros.
  • Lo que no tiene que hacer grietas, las hace.
  • El color del suelo solo coincide con UN color de encimera y ese color es de categoría Supreme, o sea, vale tres veces más que los otros. Y tú pones el dedo encima de Ese Color, mientras repasas un catálogo de 70 tonalidades o más donde, indefectiblemente, no hay ningún otro que valga.
  • Se puede vivir con muchísimas menos cosas de las que habitualmente necesitas. (Durante un par de meses, eso con suerte, vives en tu casa como de acampada, solo que sin vistas).
  • Siempre falta material.
  • Siempre hay escombros para tirar.
  • Siempre, siempre siempre hay polvo aunque te pases la vida barriendo. (Aparte de seguir trabajando).
  • Cuando viajas, te dices: "qué bien, desconectar". Mentira. Es como estar de ocho meses y medio, ya no puedes pensar en otra cosa. Te descubre preguntando a tus compañeros de trabajo por las excelencias del fregadero de resina contra el de porcelana mientras intentas que nadie note que, por tercera vez, llevas el mismo conjunto.
  • Las interminables discusiones bizantinas de arquitectos y paletas para verificar medidas, proporciones, perpendiculares y alineamientos te acaban pareciendo debates sobre la Cábala. Al principio, lo intentas, llega un momento en que te dejas llevar...
  • Notas cómo día a día, se enriquece tu vocabulario: Trasdosar, a eje, ripio, a hueso, condena (referido a una cerradura, aún no sé exactamente qué quiere decir), regle, y mi favorita: "Yesaire".
  • Cuando aparece el "yesaire" es como si sonasen las trompetas del Apocalipsis. Es un arcángel que señala el pricipio del fin. Cuando entra el yesaire quiere decir que los chispas, paletas y lampistas han terminado el grueso de su intervención. Con el yesaire llega la nube polvo definitivo, el último y, a partir de ahí, "los acabados".
  • El tiempo de los acabados no tiene porqué ser corto, contra lo que se pueda pensar. Nosotros no hemos llegado aún pero no espero que sea rápido, precisamente.
  • Solo una esperanza te mantiene. Acabar, acabará algún día. Además, como se suele decir, será para bien.
Yo, por ahora, tengo la sensación de ir viendo aparecer ante mí a la "hija de mi casa", adelgazada, rejuvenecida, fresca. Eso, entre nosotros.

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