No todos son buenos momentos para comienzos.
Mejor en la distancia,
cuando nuestra vida es una isla
que se divisa a lo lejos.
Y esta distancia no tiene porqué ser física.
Podemos ser isla y marino que otea el horizonte
sin movernos de una silla.
No todo tiempo es el idóneo para comenzar,
pues hace falta la fuerza precisa,
la motivación adecuada.
Y conviene no confundir motivo con espejismo,
esa nostalgia proyectada al futuro,
que nos hace incapaces de valorar lo que somos
y nos tumba al primer obstáculo
dejándonos insatisfechos y débiles
como amantes abandonados.
A las guerras prefiero las escaramuzas
esas que requieren ingenio e inspiración, rapidez
y equipo bien afinado.
Las guerras, a menudo, duran años
mueren muchos y casi nunca las gana nadie.
Mis escaramuzas me llevan a conquistar pequeños territorios
y, paso a paso, voy consiguiendo mas.
Aprendo de mí y de mis armas
mientras me mido en pequeños combates.
Me fortalezco y comienzo de nuevo.
Porqué esperar a septiembre?
Pues bueno es este hueco en el calor del estío
para empezar a proyectar
la conquista de la siguiente orilla
de esa isla que acabará siendo
enteramente
mía.
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