Una adopción fallida. La excepción de la regla.


Al final Bogart resultó ser demasiado complicado para nuestra familia de cuidadores amateurs, a pesar de nuestra buena voluntad.
Una parte esencial de su pasado se nos ocultó, quizá deliberadamente. La cuestión es que ya había sido devuelto en dos ocasiones y estaba demasiado acostumbrado a su lenguaje carcelario de mordiscos y gruñidos amenazantes como para convivir con humanos.

Así pues, una tarde que nunca olvidaré lo devolvimos a su manada a la que, afortunadamente, se alegró de volver.

Me lo dijo todo el hecho de que allí nadie pareció sorprenderse. Sin poner objeciones lo cogieron de su collar y lo devolvieron al lugar de donde lo habíamos sacado. Volvió a ser un perro ladrando entre otros perros ladrando. Y yo me fui de allí sintiéndome muy triste.

Eso si,  con mas ganas que nunca de Encontrar A Mi Perro.

2 comentarios:

  1. Decisión dura, y no dudo que meditadísima. No entiendo por qué ocultan información, hacen sufrir a las familias y a los pobres animales...
    Los perros que han vivido en perreras son especiales, muchos no curan nunca su heridas interiores y su carácter se resiente para siempre. Su capacidad de empatía se exagera por defecto o por exceso.
    Pero ánimo, !seguro que tu perro te está esperando en alguna parte!
    Desde lejos te acompaño en estos días complicados, porque sé qué es querer a los animales.
    Un beso

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  2. Cuando encuentres " a tu perro " te vienes a presentarlo a nuestra manada.....:)

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