"¿Para qué sirve un oso?" Tom Fernandez: Mucho mensaje para tan poca película


No hice caso de la primera señal. Es bastante habitual vernos en salas prácticamente vacías, ocupadas apenas por unos desperdigados expectadores... Solemos ir a sesiones tempranas y a films "raros en VO"...
Deseaba que me gustase la película. Me disponía a pasar un buen rato con la sonrisa puesta, eso quería. La segunda premisa, dejar de un lado las expectativas, tampoco la cumplí.

Pero en fin, ahí estaba el comienzo, unas espléndidas vistas de la Antártida, blancos hielos acompañados de una majestuosa banda sonora y contados con una Fotografía En Mayúsculas...
(Mira, eso no me lo esperaba...)
Pero ya al aparecer Javier Cámara, me saltó la alarma... impostado, falso, decepcionante el guión y su papel planito, como el de Geraldine Chaplin, mas que obvio.
Los secundarios: la insufrible Oona Chaplin y ese insustancial Jesse Johnson, pobrecito, la repelente niña: Sira García, hasta Enma Suárez, y su personaje tontorrón...
Todos naufragan a ojos vista en una historia de juguete que se va cayendo por momentos. Tan solo Gonzalo de Castro, una vez más encasillado en su rol de soñador-quijotesco-que-roza-lo-ridículo, consigue arrancarme alguna carcajada...
La fotografía, deslumbrante en un principio, queda sujeta a tres o cuatro escenarios, bellísimos eso sí, algunas vistas de la montaña asturiana, un lago fantástico y un par de envidiables casas de campo donde se ve demasiado la mano de la estilista de turno.
Mas que en el campo asturiano, parece que estemos en una villa fotografiada en el Marie Claire, incongruentes azaleas incluídas.

Una pena, si, después de "La torre de Suso", opera prima del director, que me sorprendió por su proyección y por la apertura de su propuesta, la verdad es que esta "¿Para qué sirve un oso?" me ha decepcionado.
Porque el ecológico es un mensaje demasiado grande, ya se ha dicho demasiado y hay que huir de tópicos, no se puede resolver con un par de alusiones y una barca construida con botellas de plástico (bastante bonita, por cierto)...

Así que, en una palabra, o mejor, una onomatopeya: Pfffff.

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