
Disfrutaba con mis amigos de un largo día de playa.
Era aquella hora en que el sol cae tras las últimas olas turquesa.
Me distraía viendo un trozo de madera que, traído por la marea, se mecía en la orilla.
Plácidamente se movía arriba y abajo.
En cuestión de segundos, un fuerte viento hizo el movimiento de la tabla mucho más enérgico y, casi sin darme cuenta, me encontraba sobre ella intentando mantener el equilibrio.
Al día siguiente mis amigos y yo nos habíamos hecho cada uno con una tabla de aquél viejo barco varado desde hacía años y las pintábamos con nuestros respectivos símbolos para reconocerlas.
Es así amigos cómo, con ayuda del viento, inventé el surf.
No hay comentarios:
Publicar un comentario