Vitales nimiedades

Un perro feliz. Banderitas de fiesta ondeando, frágiles, en el viento. Desconchado  bello de una puerta en una esquina que apenas nadie frecuenta. El orballo que no se ve pero que va calando, calando. Abrigarse los pies después de mojarlos con la arena de una playa casi casi mía. Una colada con el olor a limpieza más remoto que tengo. Un cuadrado más del granny que empiezo en verano y acabaré en invierno. Ramo silvestre de aquí y de allá. Una variedad de trepadora pegajosa que se adhiere al árbol huésped y lo ahoga en su abrazo y es, aunque letal, hermosa. Boj enfermo con preciosas manchas ocres. Helecho esponjoso.
 Como el orballo.

Nimiedades vitales que hablan en silencio; que entretejen con voz
humilde y poderosa  los preciosos segundos de la felicidad.










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