Hay una estela preciosista que, aún siendo profundamente distintas, une de algún modo, esta historia con "La joven de la perla" y "El jilguero". Esto lo digo para situaros.
S.XVII. En la casa de un comerciante en el barrio más acomodado de Amsterdam, una joven que se acaba de casar con su propietario recibe, como regalo de bodas, una exquisita réplica de su propia casa en miniatura.
Al cabo de muy poco tiempo, Petronella, la joven esposa, irá recibiendo en sucesivas ocasiones, miniaturas de los habitantes y objetos que pueblan la casa, convertidos en emisarios de los acontecimientos que van a suceder...
Hay libros que, mientras los leo con devoción y disfrute, pienso en personas con las que me gustaría compartirlos. Como se comparte una música o un buen vino. Es mejor si se comparte.
Hay, en el eco de la novela una cadencia de pasillos resonantes, secretos y significados que multiplican por varias veces la lectura de sus páginas.
Me emocionan la delicadeza del lenguaje y la exposición, así como la dureza de algún pasaje, pues los personajes no se avienen, cada uno a su manera, a las alambicadas fórmulas sociales del Amsterdam de la época. Gentes hipócritas que hunden en el canal todo aquello que es distinto, malsonante; todo aquello que interrumpe el tranquilo discurrir de sus vidas, incluso a costa del mar que pugna por derribar sus endebles construcciones...
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