Crema "Purple rain"

 No se puede llamar receta. Es, sencillamente, mezclar ingredientes. Ni siquiera ingredientes, más bien sobras y cosas que compras sin saber muy bien porqué. Como, por ejemplo, las remolachas hervidas en su jugo. Diez remolachas. Dónde vas con eso?

Cuando abres el paquete, sangra. Es como una matanza. Además están dulces y te da pereza, incluso, mezclarlas en la ensalada.

Pues hoy me he levantado creativa y he decidido hacer una crema. Hago acopio y elevo a categoría de ingrediente a unos cuantos desheredados que daban tumbos por la cocina.

Así pues, esto es lo que vamos a utilizar:
Lechuga, tomates, un poco de cebolla, un paquete de remolachas, aceite, sal y vinagre. (El aguacate al final no lo puse).

El operativo es sencillo. trocea y bate todos los ingredientes. Una vez los tienes bien triturados, pasamos por el chino.

Permitidme un apartado para hablar de ese bonito artilugio algo en desuso y que, para mí, es un héroe que desafía los tiempos. Incluso, al gigante termomix.
El chino, ese humilde héroe de la cocina.
Cuando paladeas una crema pasada por el chino, la textura es perfecta, no hay más que decir. Las cremas hechas con termomix resultan, en mi opinión, sintéticas, artificiales, raras. Saben a termomix.

Mientras avanzas con el proceso, observas cómo tu cocina adquiere el aspecto de una batalla campal. Cuando enjuagas los utensilios en el fregadero, aquello está a medias entre una escabechina de barbies y el ectoplasma de Poltergeist.

Lo bueno es que, simplemente con agua, todo desaparece sin dejar rastro.
Pero debo decir que el proceso me ha tenido bastante interesada por sus connotaciones pictóricas y posibilidades artísticas.

Y he aquí la crema en todo su esplendor.


Hermoso color. Consistencia perfecta. Sabor refrescante.
(Añade bastante vinagre y sal. Son endemoniadamente dulces las remolachas).

Y ahora un bonito emplatado:

Cuenquito handmade comprado en París (en The Conran Shop, mi adorada) y mantel primaveral de una tela que me trajo una amiga de China. Todo con mucha historia.

Por encima, un poco de perejil y apio picados y un chorrito de aceite (del bueno).

Ya veis que no es una receta en regla pero no trato de engañar a nadie. Si lo dudas, mira la etiqueta:
"Comida bonita" y eso, desde luego, lo cumple.

Bon apetit.
Amor mío, ya sabes qué vas a comer hoy!


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