Labores de poda

 Tienen una vida breve
las margaritas.
Hay que cortar las que mueren
para que otras vengan 
a compartir el fulgor de sus corazones amarillos.

Miro el macizo conjunto.
Los ojos en función: seleccionar
y, sin piedad,
corto las cabezas
diminutas
que, cabizbajas, 
esperan su final anónimo.
 
Sin embargo,
una vez recogidas
en el cuenco que las llevará lejos
las observo
y no me decido a deshacerme de ellas.
Las guardo unos días.
Un bodegón estrafalario.
Una naturaleza muerta, quizá no tanto.
Pues la vida sigue latiendo en ellas.
Otra forma de vida.

Es necesaria la labor de poda.
Elegir, descartar, eliminar...
Pero no olvidaré de inmediato
lo que fueron flores
aunque ahora sean esas cosas arrugadas.

3 comentarios:

  1. Es verdad que hay algo inadecuado, no sé en qué sentido, y no es simplemente estético, en tirar un ramo marchito al cubo de la basura por más orgánica que sea. A qué cosas me llevas, Serendipia! Las fotos, preciosas, como siempre.

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  2. Las orquídeas son arrogantes y elegantes, las margaritas hippies y estrafalarias. Si verbalizo "estrafalario" se me antoja despeinado y simpático, relajado y auténtico .podrias colocar una orquídea de tela (lo dudo... pero podrías) pero nunca se te ocurriría llenar un jarrón de margaritas artificiales. Ahí están sin dejar de ser, una vez talladas, un delicioso bouquet que resiste ante el freno del pedal de la basura. Es lo que tiene ser margarita, que te puedes tomar la libertad de despedirte despeinado.
    Beso

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  3. Seamos todos margaritas, pues. Libres y despeinados!

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