Pequeña, Grande

 En aquellos tiempos de secuestro creativo, víctima de una especie de síndrome de Estocolmo, cuando se dejaba llevar por los vaivenes del color y las formas, había veces en que se sentía pequeña, sobrepasada por las circunstancias. Pesaba una montaña de exigencia e incertidumbre sobre sí.
No llegaría. No sería capaz.
 Pero otras, como en el cuento de Lewis Carrol se alzaba en toda su altura y descubría que, a pesar de sus miedos, estaba por encima. Todo era, si no fácil, fluído y las horas transcurrían en un feliz y febril estado de gracia, una especie de baño en aguas caudalosas, olas rientes que la alzaban en alas gentiles de espuma.

Por ese momento, todo valía la pena.



1 comentario:

  1. Intuyo qué estás maquinando y me encararía verlo. Supongo que sucederá lejos, pero a lo mejor queda el vestigio de alguna imagen. Si es así, comparte y cuenta, cuenta!
    Beso
    Pi

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