La cama de Tibet






Primero era un jersey, mejor, muchos jerseis. Luego fueron proyectos inacabados, tantos que no los recuerdo, luego quisieron a ser alfombras o mantas pero, uno tras otro, los ovillos pasaban a convertirse en Habitantes del Cajón de las Lanas. Olvidados, mirados, algunas veces y, otras tantas, deshechados.

Un día me decidí e inicié una labor bastante faraónica. Con tooodas aquellas lanas, juntas en un grueso mechón de cabos impredecibles, pues las iba uniendo sin mas criterio que atar la que pillaba, empecé una cama para Tibet. 
Se trata de una especie de caja de forma rectangular con paredes que se doblan hacia el exterior. Todo ello relleno de guata y una base de tela para rematar la parte inferior.

A Tibet parece encantarle. Ya se ha instalado como si fuera su casita de toda la vida.

4 comentarios:

  1. Los ovillos salieron del cajón, se aliaron y se tiraron al suelo, con Tíbet.
    Cada jersey, cada cabo, conserva un recuerdo y con el un aroma. Todo se transforma y nada se pierde.

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  2. Vengo al calor de las palabras de tu comentario en mi blog y descubro un espacio lleno de poesía y calma, tejiendo palabras que no necesitan rima para crear una preciosa evocación.
    Veo por el comentario anterior que tenemos una amiga común en la que nos reconocemos... Encantada de visitarte, todo un descubrimiento tu espacio...
    Besos

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  3. Me encanta la foto de la patita, me encanta la cama-cubil, pero lo que mas me gusta es que está hecha por ti. Destila cariño y me recuerda a cuando las madres nos arropaban en la cama.

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  4. A veces reconozco que mimamos a este medio podenco pero es inevitable.

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