Nadie (Basado en un hecho real)

 Fue en el metro. Estaba casi segura. Una y otra vez repasaba la tarde inundada de sol en la Rambla, el tránsito al interior oscuro, la escalera mecánica. Había sido allí. Pero ella no se había dado cuenta.

Cuando buscó la cartera ya no estaba. Había volado y con ella todas sus coordenadas. Lo consabido: DNI, tarjetas, tarjeta sanitaria, algunos contactos importantes, al menos para ella, la cita del dentista, justificantes de pagos y..., ah claro, el dinero. Pero eso, como se suele decir, no era lo importante.

Cuando llegó a su casa y miró en el bolso aquél extraño hueco se sintió, de repente, desaparecer.
Se borró su rostro y color de piel, se desdibujaron sus ropas y formas y, en cosa de minutos, se convirtió en nadie.

No tenía nombre, edad, profesión, padres ni estado civil. No vivía en ningún sitio ni tenía dinero ni crédito. No contaba con un historial clínico, no había referencia de huellas dactilares o singularidades de su dentadura, solo persistía un vago recuerdo.

Era una sombra desdibujada.
Se sintió oculta y latente.
Se sintió secreta.

Y se dió cuenta de que así no se estaba nada mal.


Pero, casi inmeditamente, el mecanismo se puso en marcha. Nadie la quería fuera de juego. Las tarjetas empezaron a llegar, activada telemáticamente su reposición inmediata. La tarjeta sanitaria le fué restituída y lo mismo el dni. Todo lo demás llegaría en poco tiempo. 
Todo menos el dinero; 70 euros que, en el fondo de su corazón, sabía que él (porque había sido él) seguro necesitaba más.

Y así, de forma imperceptible pero inexorable, como una aguada de tinta china impregna un papel húmedo, sus formas se reconstruyeron y de nuevo emergieron sus relieves. Las facciones del rostro, las uñas oscuras y el color del cabello.
A medida que la nueva cartera se iba llenando de credenciales, un nuevo detalle se sumaba al conjunto.

Volvía a ser alguien.

Y de nuevo se sumergió en la vorágine de los símbolos.
En el mundo de las etiquetas que nos muestran quiénes son los demás, quiénes somos nosotros.


2 comentarios:

  1. Que bonito lo has contado. Nuestras pequeñas historias son como cubos de Rubik: tienen caras y aristas, y dentro de la misma cara muchas opciones de visitando.
    Me gusta que la hayas reintentado, elegido la del color más bonito, la más amable. Con la que está cayendo eso es un plus.

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  2. ¿Porque Mr. Google escribe por mi? "visionado" please, no visitando

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