Los Cambios

Elegir e iniciar una carrera, terminarla. El momento en que recibes un título o certificación (y piensas "y ahora qué"), el día que decides compartir tu vida con alguien, el día en que te instalas, el día que nace tu hijo, la experiencia de llegar casa y sentir, de forma algo abstracta, que tienes una familia, el momento en que decides cambiar de trabajo, el primer día de tu nuevo empleo. Una dieta, una actividad, un hobby, un deporte; todos esos momentos en que eliges y cómo se modifican tus hábitos. Una muerte, un nuevo amigo, un cambio de estado, una habitación vacía...
A todo eso le llamamos cambios.

Sin embargo, si fuéramos capaces de mirarnos en ese punto desde fuera, no veríamos sino un momento mas de un cambio continuo. Porque los cambios no son etapas de transición, sino partes de un tránsito global que va del primer al último paso que damos en este mundo, un camino que nos precede y sucede. Y esto ocurre sin que nuestra aportación pueda modificar en nada este hecho.

A menudo nos planteamos la vida como un itinerario, una ruta entre dos puntos distantes, Yo y mi felicidad. Jalonando esa ruta, ese camino, interponemos hitos, pequeñas poblaciones por las que habremos de pasar para poder continuar al punto siguiente: Estudios, pareja, casa, empleo, termomix, hijo/s, colegios, vida sana, actividades extraescolares, amigos, mudanzas, rupturas, pérdidas, nuevas relaciones, cambios, cambios, cambios... El camino se dilata y los puntos intermedios cada vez son más. La meta se aleja. Insistente, interminablemente.

¿Y si pensamos que no es el punto de control el que marca el viaje sino cada uno de los pasos que damos hacia el siguiente?
¿Y si consideramos cada minuto como un Momento de Cambio Único e Irrepetible?

Porque cualquiera que sea nuestro sentimiento ante una pérdida, ante una alegría, el camino seguido hasta ellos no habrá sido mas que pasos anticipatorios cargados de intención y, por tanto, de sentido.
Si considerásemos el espacio entre dos puntos de una forma igualmente relevante, los cambios, en minúscula, no nos pillarían desprevenidos. Veríamos el Cambio como algo permanente. Todo en movimiento, todo frágil, todo en permanente evolución. Y se disolverían los hitos y el camino mismo. 

Y formaríamos parte del fluir del tiempo.

1 comentario:

  1. Y la pregunta ¿y si no fueran cambios?. ¿Quizás se trata solamente de una sucesión concatenada de sucesos más o menos fortuitos?.
    Si cada acontecimiento es una imagen fija, un frame que precisa de unos 23 sucesivos y casi similares para que se produzca el movimiento. Me conformo con el movimiento, seguir, continuar y avanzar.
    Hermosas palabras Ro, pensamiento redondo.

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