Cuerpos y sinsentidos


andaba yo pensando en lo mal que nos portamos con nuestros cuerpos, el poco respeto que nos merecen, el escaso o nulo cuidado, me refiero a cuidado respetuoso, que le dedicamos y lo mucho que deseamos que no sea como es.

apretamos, disimulamos, realzamos, cortamos, rellenamos, bronceamos, subrayamos, reducimos, blanqueamos, depilamos, estiramos, eliminamos, frotamos, suavizamos, desodorizamos, alargamos, multiplicamos, reconstruimos determinadas partes pretendiendo que el cuerpo que es uno funcione como un conjunto de elementos independientes entre sí. y lo que en un lado sobra se elimine y lo que en otra parte falta aparezca...
eso hasta que nos entra el antojo por la armonía y el sentido holístico y demás orientalismos y pretendemos integrar todas nuestras partes maltratadas y reñidas entre sí en un todo vinculado y zen.

por otro lado adoramos los objetos naturales o no (mientras no sean personas, salvo de algún safari fotográfico de un país exótico) digo adoramos los objetos vintage. esa pátina que da el tiempo, esa vivencia, ese carácter... el óxido, la grieta, el artístico moho, la humedad y sus tonalidades de sombra. nos encanta lo viejo, porque es moda, por cierto. ahora nos gustan aquellos objetos auténticos que evidencian el paso del tiempo.
pero no en nuestros cuerpos. no en nuestros rostros.
y, sin darnos cuenta, acabamos renegando de lo que somos.

porque ¿qué es nuestro cuerpo sino un envoltorio? ¿qué es nuestro cuerpo sino nuestro packaging, nuestra imagen corporativa, nuestra manera de comunicar la diferencia que nos hace exclusivos?

¿porqué nuestra vejez no es pátina, porqué un michelín no es marca, porqué una arruga no es carácter y autenticidad, porqué las leves manchas de una mano anciana no son texturas de filigrana, porqué?

tontos. si es que somos tontos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario