Estoy limpiando el teclado de mi portátil. Por precaución desenchufo de la corriente. Por permanecer conectada, no apago el dispositivo.
Un pincel, un trapo humedecido ligeramente con alcohol, un palito para entrar en las miserables rendijas que parecen recoger todo el polvo, hasta entonces, invisible del aire...
Y, claro, la pantalla empieza a hacer mil cosas incomprensibles. Estoy apretando teclas y funciones aleatoria e indiscriminadamente. Veo abrirse programas y posibilidades nunca antes conocidos. Ventanas a funciones incomprensibles pero, posiblemente, muy útiles.
Me descubro pensando que el teclado, las teclas, son los mismos. Solo cambia la manera de tocarlas. La forma de acceder a ellas para que se modifique su respuesta...
...
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Vaya, vaya, vaya...
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