Bogart ya está en casa



Hemos adoptado un perro.
La experiencia en el refugio es potente. Ladridos, olor, miradas desde sus lugares, jaulas, casetas… Ojos de perros viejos, jóvenes, hoscos, dañados, atolondrados, dolidos, saltarines, tímidos, abandonados, juguetones, vivaces, circunspectos… ¿Dónde está la mirada que nos decida?
En un cierto momento, la vemos ahí. Unos ojos de aspecto inteligente y enérgico captan nuestra atención. Se llama Andy. Raza incierta. Pelo corto color café con leche. Porte mediano. Fuerte. Una característica lo separa del resto: No ladra.

Desde el principio, sabemos que va a ser él. La voluntaria lo sujeta al arnés para sacarlo a pasear mientras nos da unos cuantos datos, pocos, de su historia.

Es un perro adulto, cuatro o cinco años, probablemente. Nunca se sabe. El abandono y la precaria alimentación dañan la dentadura y aparenta, quizá, mas edad de la que tiene.
Es un perro con un carácter. Tiene un pasado, un historial. Algo pendenciero con otros machos pero machos perrunos. Catalogado como "especial".

Salimos con él. Afortunadamente, el refugio está en medio de la nada. Hay árboles, hierbas y matorrales por donde Andy olisquea y deja sus marcas. Emocionado con el paseo, pues salen dos o tres veces por semana, tira y tira de la correa en un ansia que parece no tener fin,

Después de los trámites de rigor, vacuna antirrabia incluida (y bastante mal recibida) lo montamos en el coche y lo llevamos a casa.

Tras la primera hora, ya tiene nuevo nombre. Un nombre de perro adulto: Bogart.
Todo el primer día se lo pasa de aquí para allá, mirando, oliendo, recorriendo, entrando y saliendo de todas las habitaciones de este nuevo lugar. Interrumpe brevemente sus exploraciones para localizarnos y saber que estamos ahí. Se acerca un momento y vuelve a su tarea topográfica. Está reconociendo su nuevo territorio.

No parece cariñoso, no pide caricias. Incluso tocado en cierto punto, intenta morder. Lo ignoramos. En general, le dejamos hacer. Respetamos su espacio y la distancia. Sus vagabundeos. Habrá que esperar.

Yo me siento algo abrumada con todas las recomendaciones, cautelas, etc que conlleva mi recién adquirido cargo de propietaria de un perro. Y se que he de relajarme. Hemos de acostumbrarnos a este nuevo habitante en la casa. Y él a nosotros.

Al día siguiente, lo saco de paseo antes de ir a trabajar. Es muy temprano y, en el exterior, todo está oscuro.
Bogart premia mi madrugón con un pis y unas deposiciones de aspecto y tamaño impecable, hechas, con gran educación, en la acera de nuestra calle.





2 comentarios:

  1. Que buena noticia! Para Bogart y para vosotros. Espero que esta historia que empieza sea (estoy convencida de ello) una historia de amor correspondido. Será sin duda una experiencia muy enriquecedora, llena de momentos hermosos y otros no tanto, porque adoptar un "perro único" es algo maravilloso.
    Por favor, ve contándonos cómo va todo!

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