No hay ilustración posible, no hay imagen, no hay detalle gráfico. Lo que viene a continuación se esconde, se ignora, no existe. Pero está ahí y, tarde o temprano, acabamos viéndolo.
La salud parece lo habitual. La vida que llamamos "activa" representa lo normal en nuestro ir y venir cotidiano, no así la enfermedad, como si estar enfermos fuera un acto de pasividad, de pérdida de control, de dejadez. No hay enfermos en las revistas ni en los anuncios de televisión. Y cuando los hay, son enfermos simpáticos, interesantes, épicos, con fantásticas historias que contar.
Por azares o certezas del destino, he de recoger una medicación crónica, espero que no de manera definitiva, pero es posible que así sea.
Y hoy, durante un tiempo interminable, he sentido en primera mano la experiencia de la enfermedad, el dolor, la vejez, la dependencia, la precariedad.
Una mutitud poco vistosa de historias de dolor y padecimientos variopintos, arrugas, cuellos flácidos de tortuga y artríticas rodillas y dedos. Espaldas de escarcha y tobillos de elefante. Pieles imperfectas, manchas de la edad, venas, capilares estallados como arañas trepando por las piernas, muchas cosas que no nos queremos contar pero que muestran lo que somos, lo que nos negamos pero acabamos siendo.
Yo no creo saber mucho de casi nada, pero lucho por encontrar una forma de decir "mala", "incorrecta", "errónea". Un adjetivo que valore, sin entrar en moral ni mucho menos, a una civilización que arrincona lo feo, lo viejo, lo enfermo y hace pasar a los débiles por las peores pruebas: Colas, dificultad, términos y explicaciones complicadísimas, burocracia, letra pequeña, falta de asistencia, de recursos, de dignidad.
Pasa un médico, rápido, eficaz y, sorprendido, mira la acumulación de personas apenas sentadas o apoyadas en la pared y pregunta a la enfermera al final del pasillo:
-"Qué es ésto?"
Ella, la enfermera, responde resignada y lacónica
-"Crónicos"
Pasa un médico, rápido, eficaz y, sorprendido, mira la acumulación de personas apenas sentadas o apoyadas en la pared y pregunta a la enfermera al final del pasillo:
-"Qué es ésto?"
Ella, la enfermera, responde resignada y lacónica
-"Crónicos"
Cómo valorar a quienes son solidarios cuando sobra? A quienes dan lo que ya no quieren? Porqué no educar en la realidad de lo que somos asumiendo lo que acabaremos siendo? Porqué no hay mas viejos a nuestro lado, mas realidad, mas vivencia de lo humano? Qué, sino la compasión (que no la caridad) , nos diferenciará de las manadas de lobos que arrinconan a los débiles?
Tienes toda la razón. Nuestra sociedad del "bienestar" se empeña a negar realidades. Y porque no añadir esas imágenes a lo cotidiado aunque sus sonrisas sean leves o frágiles. nOS FALTA APRENDER A VIVIR CON TODO LO QUE NOS RODEA.
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