Hay algo en estos días que me hace regresar al corazón verde en el jardín.
A pesar del calor y el verano que sigue respirando su alargado soplo.
Se que, por su lado, en la callada sombra, se marchita el esplendor y da comienzo la hermosa decadencia cobre o roja.
El estrago de la vejez que convierte en encajes los esqueléticos tallos y deja caer bellas ofrendas en el suelo.
Yo miro lo mas de cerca que puedo y veo zarcillos como manos trepadoras, huecos de árbol como puertas hacia los cuentos y frutos brillantes como caparazones de insectos mágicos.
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