Sé lo que me espera a partir de ahora y durante un mes:
Maleta, ordenador, scanner, fuera el ordenador, fuera las botas, mira el panel. Abre los brazos. Registro. Nervios. Un ovillo de pelos en el estómago. Dentro el ordenador. Vuelo con retraso, Un libro. Acabo una página y vuelta a empezar. No sé que acabo de leer. Voy descalza. El suelo me da asco. Me pongo las botas. Comida de avión, bazofia, hambre. Cocacolacero? Demasiado dulce. Agua.

Gente desconocida. Lugar desconocido. Situación desconocida. Otra vez primeras veces. Responsabilidad o angustia? Reviso contenidos. Una y otra vez reelaboro, modifico. Nunca lo tengo, nunca es el final. Nunca me siento satisfecha del todo. El sitio. Vacío aún de mí.

Una vez más, aprendo a confiar en mis manos. Mis herramientas. Preparo el ambiente. Redecoro. Redimensiono. Hago mío el espacio. El nudo de pelos se va deshaciendo. Empiezo a sentirme mejor.

Ellos en casa. Les miro desde el hotel con los ojos interiores. Ellos en mi casa, cuando la casa está sin mí.

Hablan entre sí, hacen bromas, preparan juntos sus bandejas para cenar mientras ven la tele. Yo colecciono lugares, salas, hoteles, aeropuertos y llego, una y otra vez, a casa, esporádicamente, durante un mes. Poco tiempo, un día y medio. Colada, guardar la maleta, aunque sea por un día y medio. Eliminar de lo cotidiano los signos del viaje. Con suerte, un poco de tai chi. Una isla de silencio. Comer con ellos, en la mesita que estrena sol cada mediodía.

Y vuelta a empezar. Internet, compra de billetes. Nuevos destinos. Nuevas personas. Nuevos contactos. Mas teléfonos en mi agenda. Algunos rostros amables. Alguna buena sonrisa. Conozco nuevos mares. Sobrevuelo las costas de África. No conocía esta parte. Este acento. Maleta. Ordenador. Descalza. Palabras.


1 comentario:

  1. Cuanto hecho de menos poder compartir tus experiencias, tus vivencias.
    Mariajo

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