Aquél depurado espíritu de Chanel, cuando el relajado punto y las formas suaves sustituyeron los corsés que atenazaban cinturas y movimientos, fue la mas pura lección de estilo que vivieron los primeros veinte.
De sus veraneos en costas azules y cálidas nos quedan imágenes de confortables camisetas rayadas, rafias sombreando la frente, pantalones que ondeaban al viento como velas blancas y sandalias de corcho y cuero blanqueados por la sal.
Esa es la Chanel que removió conciencias y telas, aquella, la pura, aún sin cadenas, sin desfiles, sin bisutería.
Y de ahí viene mi gusto por el navy, el marine, de Deauville, de Biarritz, de St. Tropez...
Esta será mi chaqueta homenaje. Algodón mate, marino ultramar, botón de nácar, forma adaptada al paseo, al descanso, al perezoso verano, cuando Picasso protegía a François con su sombrilla y Gala miraba por la ventana.
Preciosa chaqueta! Ya he oído hablar de tu virtuosismo con las agujas de tricot, sigue mostrándonos más piezas inspiradoras!!
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