Aquellas lanas que compré en Barcelona han construido, tono a tono, vuelta a vuelta, este jersey.
Las gamas de color me alucinan. Basta cambiar uno de lugar, para que todo resulte diferente, fresco, viejo, visto, nuevo.
Si quitas uno, depende de cual, el resultado se "enfría", o se renueva, o se vuelve vintage...
El color y el crecimiento exponencial de sus combinaciones y posibilidades, no dejará nunca de sorprenderme.
Por cierto, este jerseicito de suave alpaca se viene conmigo a París.
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