
Si, ya se que siempre he dicho que soy mas de lo mínimo, de lo simple, de lo escueto.
Que reniego de la ostentación y lo afectado.
Pero a veces, en defensa de lo barroco, he de decir que hay piezas excesivas, únicas, grandes, que merecen un lugar en mi vida.
Esta sortija, grandilocuente y enorme, ocupa ahora un sitio entre mis pertenencias.
Porque es hermosa, porque me fue dada con amor y porque quiero mucho a la persona que me la regaló.
yo también
ResponderEliminarCasi me entran ganas de decir que el Baldaquino de Bernini es divino (siempre me dió mucho yuyu)
ResponderEliminarPero quizás es que no podemos dejar de ser barrocos pese a que nos gusten las cosas sencillas y puras.