
Así lo llamé, porque así resultó ser aquél junio, variopinto, múltiple, colorido y chillón.
Fué pleno, estratificado, polivalente, mundial.
Ocurrió una y mil veces, y las mil fueron distintas.
Y aquél jersey, como un frasco de las esencias, guardó todas las sensaciones. Por eso me gusta tejer. Es como si en cada punto dado quedara prendida la vida que pasa, en puntadas, hilvanada a medias, apretada o fluida según tu forma de hacer, pero construyéndose lenta, inexorablemente.
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