Las estaciones ya no poseen aquél romántico vapor que conocemos por las películas.
Anonimato, colorido neutro, ruidos y megafonía distorsionada, es lo que veo, lo que escucho.
Intento leer el rostro conocido, la segura sonrisa, el pelo como una nube, la silueta menuda, el paso decidido...
Llego a pensar que no ha venido, calculo posibilidades y, como siempre, me adelanto.
Así hace ella las cosas, con calma, sale de los últimos...
Dando nombre propio al aluvión de rostros desconocidos.
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