son mis primeros pasos
no es un aprendizaje, no hay palabras,
la mente se sienta a un lado y espera
no interviene
yo titubeo, sintiéndome infinitamente torpe, pero continúo,
a los tres meses, el pie empieza a tener una ligera idea de adonde ir,
la mano consigue una cierta gracia
los movimientos se hacen menos toscos, más fluídos
y puedo permitirme escuchar la música, dejarme llevar
no necesito, no deseo saber nada más…
el maestro habla de blancas grullas, abanicos y colas de pájaro,
yo no escucho las palabras,
solo miro sus manos, como alas,
los pasos sabios y mesurados,
solo veo mi ropa que empieza a moverse con el aire invisible,
como si el viento naciera de mí
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