terapia ocupacional o el inconsciente sabio


Si en aquél momento de feliz euforia alguien me hubiera preguntado para qué gasté lo que me quedaba de anilina en teñir trozos y trozos de fieltro, después secados y tendidos al aire, mil veces fotografiados en diferentes composiciones tan solo por la belleza de los colores yuxtapuestos entre sí...
Si hubiera sabido que lo que hacía sería la base de un trabajo que tardaría dos años en ser imaginado...
Si aún hoy supiera responder a la pregunta "qué estás haciendo" con algo mínimamente parecido a lo que intuyo que será el resultado...

Pero claro, son las tareas que yo llamo "terapia ocupacional". Es decir, actividad sin objeto, salvo el puro placer de meter las manos y la nariz en colores, texturas y aromas. Olvidando todo propósito, sabiendo que el ojo inconsciente recoge datos, almacena, registra, reorganiza y guarda, guarda durante mucho tiempo, quizá años...
Y un día surge la chispa, el interruptor hace "click" y corro al cajón olvidado y encuentro los tesoros que un día guardé.

Hoy he encontrado esos trozos de color puro. Hoy tengo una idea. Pero lejos de intentar explicar dejaré que las manos, mucho más sabias, mucho más diestras, hagan su precioso trabajo. Espero el resultado.
No hablo su lenguaje, pero sé que me entienden. No me comunico de manera consciente, pero sé que están ahí, listas, eficaces, creativas, para hacer lo que el inconsciente sabio les proponga a mis espaldas. Bendita conspiración.

1 comentario:

  1. A mí me ocurre en ocasiones algo similar; lo llamo "laborterapia". En mi caso tienen un fin, pero nunca es un fin intelectual: son tareas tipo arreglar pequeños desaguisados domésticos, un cajón desastrado, remendar calcetines... Suelo entrar en laborterapia cuando necesito desconectar, y suelo salir más serena, más ligera...
    Amparo C.

    ResponderEliminar