Me acompañan Rufus, Clapton, alguna Amy (McDonald), Wallrus y Reptile, alargando como patas de araña el alcance de mis sentidos.
En mis muchos viajes, horas de vacío en el interior del gusano metálico puedo, o bien pasiva, observar el patchwork desmadejado de las afueras, o bien atragantarme con palabras, música y sensaciones, combinadas o no, en maravilloso cóctel mortal.
Cuántas veces he presenciado despertares de albas, brumas, soles primeros, nieblas inciertas, encajes de luz …
Y allá voy otra vez, proyectada a lo desconocido, o a cercanas gentes, no siempre tan honestas.
La primavera se adueña ya de los campos, tras el largo silencio de la escarcha; empezó nevando almendros, tímidamente primero, en rosa explosión después y ahora se enseñorea ya, amarilla y plena en mimosas y genistas.
En poco tiempo, algo mas allá del azahar, las rosas como fuegos abiertos y hondos asaltarán los caminos con guirnaldas multicolores y las amapolas flamearán en manchas carmín invitándome a sonreir por dentro.
Si pudiera, con un hechizo, hacerme inmaterial y traspasar la ventana y, ya en el aire, oler y tocar la hierbabuena fresca en su cama verde y dejarme llevar lejos, rodeando el contorno pardo de las montañas dormidas como mansos y antiguos animales …
Sé que me adelanto, aún la genista no invadió los campos, y queda bastante para el azar y lo demás, pero me impaciento...
ResponderEliminarEs un vicio quizá adquirido durante mi época de diseñadora a la caza de la siguiente temporada.