Lo bueno del punto es que los restos no sobran.

Mis mejores obras están hechas con ovillos sobrantes de grosor y tonalidad desparejos,
cuya casual mezcla, produce felices resultados.
Un plaid multicolor para el sofá si quieres vaciar el cesto de las lanas o una mantita para el bebé de
alguna amiga que acaba de ser mamá.
Siempre hay una labor más pequeña que la anterior, para la que valen los restos, como una matrioska
nace de otra: Un jersey, una bufanda, unos calcetines, un muñeco feo o un precioso collar de flores de
aspecto algo vagabundo…

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