Los límites de mi territorio

 Mi territorio limita al Norte con las nubes y las copas de los árboles.
Surcan su vastedad kamikaces golondrinas en busca del aterrizaje perfecto
y mirlos que, en su canto, parecen hallar el éxtasis de vivir.
Bailan las hojas, en brillos y opacos, una danza de música interna
y el viento me trae perfumes de lejanía.
 Mi límite al Sur es la Tierra. 
Y su enjambre de raíces y hierbas. 
Habitada por pequeños seres reptantes y laboriosos. 
Los nudos de los troncos ahondando lo profundo
y las diminutas especies de líquen 
que abrazan el suelo.
 Si miro alrededor veo verde.
Si arriba, azul.
Al este y al oeste agua, montes bajos, distancia.
Soy planeta. Soy cosmos.

Soy pequeña y grande a la vez.

Mis límites no son fronteras.
Son caminos.

5 comentarios:

  1. ¿El resultado de combinar los colores verde y azul es el color turquesa? Me encanta el color turquesa.

    Imagen en plan "raca": ese vestido color turquesa que te hiciste cuando vivías en Àngel Guimerà; lo acompañabas de unos pendientes con forma de racimo.
    ¿Recuerdas lo que favorecía estando morena y feliz? ¿O es que el feliz era el propio vestido?
    Cuando lo heredé, y en mi antaño barroquismo, lo combinaba con esos pendientes desmesurados de mamá con forma de flores blancas.

    En este momento, me cuesta "creer" en que los límites no son fronteras sino caminos, pero nena, eres pensamiento empírico y mágico, la mejor manera de llevarme al huerto. ;-)

    Me ha gustado mucho, "verte viéndote", estos colores.

    ResponderEliminar
  2. Una "experta" me comunica por otro canal, que el turquesa no es el resultado de combinar verde y azul, pero su respuesta ante mi intención de quitar este comentario "es que tire". ;-)

    ResponderEliminar
  3. No importan las combinaciones!

    Te recuerdo con ese vestido. Siempre pensé que te quedaba muchísimo mejor a ti. De hecho, no me recuerdo con él, pero a ti si. Y sonriendo.

    ResponderEliminar
  4. Si me permitís, una vez más, una intromisión, yo, de límites, no sé, pero sobre los colores diré que me encandilan (sobre esta palabra, y sin que venga realmente a cuento, mi otro yo, el táctico, me pregunta con falsa inocencia si este vocablo es femenino, porque así, me dice, se lo parece; ante tal pregunta pongo cara de bobo y le suelto que tengo mis dudas sobre la feminidad o masculinidad de las palabras, que las palabras son, por decirlo así, multigénero y que, si me apuras, le digo, la preguntita podría ser tachada de racista, aunque –me digo ahora para mis adentros– podría ser un divertido tema de conversación con la persona adecuada) los nombres que se asocian a algunos de ellos: en los rojos, por ejemplo, me gusta el amaranto y el escarlata Gobelinos; en la gama de los verdes, encontramos el verde Kelly, el chartreuse, el xanadu, el jade, el espárrago o el veronés; en los azules está el turquí o el azul Majorelle; en los amarillos hay quien incluye el amarillo selectivo (?); en los violetas, el lavanda floral, el violín y el púrpura de Tiro; en los naranjas, entre otros, el durazno y el sésamo; y en los negros, el bujía y el negro humo. Además, si acudimos a las cartas de colores, vemos colores descriptivos como cal helada, horizonte lejano, niebla matutina, blanco fantasma... La lista se haría interminable, por lo que la acabo así, con esos puntitos tan socorridos.
    Por cierto, y aunque tampoco venga a cuento, en muchas ocasiones creo que aquella que veo a lo lejos eres tú con el juguetón Tíbet que corretea a su lado, pero no, el azar no me complace y seguimos, un día más, mi buen Luc y yo en dirección al Gran Cañón.

    ResponderEliminar
  5. Amigo Anónimo, cuánto me alegra tenerte de nuevo por aquí.

    Quiero pensar que la ausencia clamorosa de comentarios en este blog no se debe a la falta de visitas sino, más bien, a la timidez de los lectores.

    Agradezco pues, y no sabes cuánto, estas respuestas o pensamientos suscitados y el cuidado con que están dibujadas.

    El color no tiene género, o bien los tiene todos. Y digo todos, los...cinco o seis si contamos el género neutro. (Pero ese, el de los géneros, sería otro camino proceloso).

    Lo que tiene el color es capacidad de evocación. Conecta con sentimientos y con actitudes. Conecta con sensaciones vividas y es tan hermosamente subjetivo que se presta a teorías, terapias y respuestas como la tuya.

    En cuanto a mis paseos tibetanos, por condicionantes ajenos, se han trasladado a las tardes. Visitamos Riverworld en ambas direcciones, según el aire. Y muchas veces, llegados al gran Cañón, miramos a lo lejos...

    Gracias, de nuevo, por tus pensamientos.


    ResponderEliminar