Düsseldorf

 La ciudad era, al mismo tiempo, gélida y amable.
Al tiempo, nueva y vieja.
Unas veces Este. Otras, Oeste.
 Ellas pronto se sintieron bien, a pesar del frío.
Deambularon sin prisa por plazas y calles junto al Río de aguas color plomo.
 Hasta que las rodillas empezaron a doler, a causa del hielo y sus agujas
y cenaron en un italiano
y se alegraron de volver al sol, 
a la luz y al calor.

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