Riverworld


Existen varios accesos, tantos como principales arterias de la población. Pues toda esta se constituye en sendas vertientes paralelas al Río, tal se diría que son afluentes de invisible caudal salvo por los paseantes que acuden a su lecho. 
A la derecha, justo en la entrada elegida, el circus elíptico, lugar de juegos de atletas y aficionados y, algo más allá el ágora de las hordas, donde se reúnen las tribus de corredores que pueblan, de forma mas y mas alarmante, la garganta fluvial.
A continuación y, junto al primer bosque a la derecha, enfrentan las jacarandas otoñales, en este momento perdido su lustre púrpura que alfombra los suelos con destellos cegadores.
Pasado el puente del refugio, donde los vagabundos dormitan y ahogan su soledad en vino barato, se halla el ágora canina I, ahí el viajero se detiene si se le da permiso pues lo pueblan clanes no siempre amigables.
Tras el circus II, se extiende el lugar de los grandes barones con sus altivos perros sedentes como estatuas y la deliciosa princesa Pomerania cuyo aroma y suntuoso pelaje cautivó, ay!, al inexperto Tibet el Mestizo.
Un poco mas allá se halla la desolada presa de Gotham, en cuyas aguas el mismo Tibet encuentra acicate a sus ardorosos deseos de aventura. Se dice que de ese cieno, el Mestizo extrae su nervioso paso y esa pulsión por lo desconocido.
Posiblemente, en ese tramo del camino encontraremos al Bicipalo y sus dos pequeños juglares husmeando siempre en busca del amor perdido. Si nos paramos a escuchar, oiremos del caminante estupendas historias sobre podencos y estorninos.
Después de la presa, y tras el puente metálico que con su ruidoso traqueteo delata el paso de los habitantes superiores, se extiende el ágora de los juegos, donde seres de toda condición se ejercitan para sus respectivas batallas.

Y mas allá, el puente de la espera donde cuentan que la famosa comitiva del Mestizo, sus damas, el paseante silencioso y Luc, el intrépido pastor, inician su  andadura hacia el final de la cañada.

A continuación y pasada la pradera, el lago de los patos y sus jardines adyacentes, el prado zen donde mirar el sol puede ser narcótico, el lugar del barco pirata allí varado desde nadie sabe cuándo, encontraremos el final de las tierras habitadas marcado por el inicio de la cañada de los power rangers, seres metálicos de vivos colores que recorren, montados en veloces ingenios, los caminos con riesgo de hombres y canes.

Pero vayamos algo mas allá, tras los pasos del Mestizo y su comitiva y, a través del bosque bajo de los rastros donde nos detendremos a la búsqueda de pequeños roedores y otras cosas sin nombre llegaremos, por fin, al gran cañón, donde ocurrió, en el sitio de la Pérdida, la desaparición del arnés de visión nocturna que la comitiva sigue empeñada en encontrar para su reposición.
Para que el Mestizo deje de serlo y recobre su linaje y lo ponga a los pies de Pomerania la hermosa y todo vuelva a ser como al Principio por los siglos de los siglos.


11 comentarios:

  1. Como uno de esos tantos seres que pueblan los senderos y parajes de esas tierras que, a veces, permiten algo cercano a la felicidad, me parece sencillamente espléndida la descripción de esos lugares, gentes y canes. Cuesta en ocasiones acertar con las palabras para definir lo que uno siente, porque “espléndida descripción” no dice lo que realmente me ha transmitido el escrito. Diré, haikudianamente, que he visto, oído y sentido cada una de las palabras leídas.

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  2. Agradezco el comentario, Señor Anónimo.
    Quizá coincidamos algún día de estos por las cañadas y ágoras fluviales.

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  3. Suscribo las palabras del Señor Anónimo.

    Por mi parte, siempre me gustará volver a Riverworld buscando y honrando al amor perdido con mi apreciada y particular Compañía del Anillo.

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    1. Y ahí nos tendrás contigo, tus amigos de dos y cuatro patas.

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  4. Me he sentido como un personaje que habita un lugar mágico y fantástico, un autentico riverworld que vive y bulle ahí abajo, donde hace décadas el Turia discurria cristalino y lleno de vida, donde se podían pescar orondas anguilas y luchadores barbos, donde las ferias de ganado exponían bestias poderosas que eran capaces de arrastrar pesados carros sobre las arenas fluviales, surgía así el "tiro y arrastre", donde el ganadero demostraba la fuerza de sus animales...., y sin embargo, ahora, es otro mundo perfectamente descrito y cartografiado por ti.
    P.D. Me encanta la definición de pequeños juglares..., son así.

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  5. Ah y donde Tibet perdió el arnes, es la Tierra Prohibida del Planeta de los SImios........

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  6. Guau!, Bicipalo, le has añadido una dimensión medieval. Gracias.

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  7. Como paseante, aviso a los que viajan por Riverworld de la presencia de una extraña especie que inunda todos los tramos de este bajomundo. Son los bíclidos. Salen al amanecer y se esconden a la anochecida, no soportan la lluvia y son felices cuando el sol cubre los cielos. Los encontramos de todos los colores y matices, lo que complica el trato con ellos, ya que pueden ser rápidos, agresivos e incluso feroces, pero también los hay tranquilos, sensatos y agradecidos. Tanto mi Luc como yo intentamos ignorarlos, pues a tal conclusión hemos llegado después de los innumerables viajes que hemos realizado por este bello mundo de Riverworld, pero no siempre es posible.

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  8. Agradezco, Maese Anónimo, tu intervención y consejo, pues entiendo que proceden de alguien avezado en los caminos de los territorios del Río.

    Así pues, tomamos nota.
    Estaremos pendientes a la aparición del bíclido. Si feroz, nos apartaremos de la senda; si tranquilo, esbozaremos el saludo que merece cualquier merodeador respetuoso que transita las arboledas y cañadas de Riverworld.

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  9. Ayer, mi buen Luc y yo nos dirigimos, una vez más, al Gran Cañón, y grande fue nuestra sorpresa al ver a dos viajeras con sus cinco acompañantes, y unos metros más allá a otro paseante con su peludo amigo. Era la primera vez que nos encontrábamos con caminantes por esos lares, y tuve dos emociones contrarias: por una parte, me alegré de que esos parajes fueran compartidos, pero, por otra, no pude evitar pensar que el secreto se había desvanecido, que, tal vez, ese lugar solitario iba a dejar de serlo. Por curiosidad, nos acercamos a las viajeras y, después de los saludos, les pregunté de dónde provenían y cómo era que habían llegado hasta aquí. Por toda respuesta, obtuve una pregunta: “¿Es esto Riverworld?” A lo que les contesté, embargado por esas dos emociones contradictorias, que “sí, en efecto, os encontráis en una parte del bello Riverworld”.

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  10. Es acaso verdad o, antes bien, el delicado lector/actor le da una vuelta de tuerca al relato y con talento y pericia consigue impregnarlo de realidad?
    Confieso que el corazón me ha dado un vuelco y mis sinapsis han corrido frenéticas buscando la manera de que este encuentro haya sido posible. De hecho he creído ver en las viajeras a la lenguaraz ama de Tam Tam, la perra ruidosa y a su hija y ama de Barricoco, la mestiza del extraño nombre.

    Sea o no real la cosa, aprecio y valoro la sugerencia. Durante un breve instante me he permitido pensar que, en ocasiones, las historias bellas se hacen realidad.

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