Rescatando julio


Julio es como una mañana de viernes, como los últimos cien kilómetros, como sentarte en el cine y ver los anuncios y los trailers de otras películas, como mirar a lo lejos muy por encima de lo que está a tu lado.

Julio es como un casi.

Julio es impopular, cansino, normalmente el mes de terminar mil cosas o, definitivamente, decidir postergarlas "para después". El mes que mas rápido deseamos que pase, el mes en que solo miramos para otro lado.

Reivindico julio y "estar en él". 
Porque a pesar del calor, del cansancio arrastrado de todo el año, a pesar de las listas, los planes para las vacaciones, la obligada compra del traje de baño que siempre se ha estropeado en el armario, julio existe y tiene unos maravillosos trentaiun días para llenar.

Y están las terrazas y el olor del jazmín. Y regar por la noche las plantas y dejar el suelo mojado y sentarte a ver el cielo de verano. Y están los tirantes y los abanicos. Pasear por las calles del centro y contar turistas color gamba y preparar limonada con menta.

Este año, me he propuesto liberar a Julio de su tratamiento de mes interpuesto entre mis vacaciones y yo. 
Julio no es un impedimento, es un camino. 

Un camino amarillo y aromático que pienso recorrer paso a paso. 
Sin saltarme ni una sola página.


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