Balances


Tiempo de balances.
Profundos, sabios, banales, manidos.
Sentidos o copiados y reproducidos hasta la extenuación.

Pero, observad, durante un segundo,
esa convención del fin de un año,
el principio de otro,
el corte de un ciclo, el tránsito,
la ilusión de volver a empezar.

Suponed que sois de otro planeta,
un ignoto selenita,
o un habitante de Plutón o navegante de alguna galaxia lejana
o un ente de luz en algún pliegue del tiempo y el espacio
o la energía de una estrella probablemente muerta
y quizá transformada en otra,
o alguien para quien, simplemente, 
un año no sea una cápsula de tiempo: 365 días
sino una década, un segundo, un chispazo de luz,
una deflagración,
un túnel negro
o, simplemente, nada.

Cómo no pensar, pues, que lo que llamamos vida
no se inicie y acabe a cada paso que damos,
en cada latido del mundo
en cada respiración?

Nada antes, nada después
en un tiempo deconstruído.
Qué incómodo,
qué poco convencional
y, sin embargo, posible...

Balances?
Vamos a hacerlos en cada momento,
en cada acción,
en cada parada de brazos cruzados.

Dame una misión cada minuto,
dame un sentido
y te devolveré un buen balance
que dé valor e intención 
 a cada átomo de mi conocimiento.

Valiente forma de empezar el año, no es cierto?


No hay comentarios:

Publicar un comentario