Muchos libros "de estos" en mi haber. Muchas páginas de experiencias "inspiradoras" ocurridas a gente muy importante con un historial de obra humanitaria tan grande como apabullante.
También muchas palabras/paja, mucha verborrea, mucho pensar que me quedaría con las únicas cuatro frases originales de cada libro y haría un resumen de cuatro páginas, no más. Una caja de libros de "autoayuda", o "crecimiento personal" o "cómo buscar sentido a la vida".
La caja de las preguntas sigue llena. La de las respuestas, prácticamente vacía.
De los muchos que leí, recomendaría muy pocos. Pero algunos sí.
Ahora no sabría decir en qué momento, al volver cual de las páginas cambió el chip y entendí lo fundamental:
Que nada hay en los libros. Nada en el exterior. Todo está en tu cabeza, es ahí donde hay que buscar.
El cómo buscar es lo que puedes aprender. El qué, es tu propio descubrimiento.
Podría llenar otra caja con mis pensamientos al respecto. Si a alguien le interesa, se lo cuento. Pero no sería nada. Es como si leo que Steve Jobs tuvo una idea o Teresa de Calcuta una visión. Qué tiene eso que ver conmigo?, Cómo va a inspirarme?, Cómo puede una hormiga emular o intentar parecerse a un vigoroso castor que construye con facilidad sus presas a contracorriente?
Por eso este libro sencillo, sin pretensiones, me ha gustado. Y también porque habla de la muerte, del sufrimiento, del dolor, de lo incontrolable, como parte del camino. El A B C de los aprendices de la felicidad.
Os dejo una frase:
"Si pudiéramos desprendernos de todo lo innecesario, dejaríamos un hueco en la vida para que anidara la belleza profunda y con ello disfrutar de la gracia y la poesía de pisar levemente este planeta".
Y por muchas otras cosas.
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