Mientras tanto


El viento se pasea entre el barranco y los pinos,
va y vuelve y lleva aromas e insectos.
Los perros merodean los caminos
y se adueñan de troncos y huesos.
Y nos miran con ojos amigos
mientras caminamos juntos.

Secuestrada mi vida,
puesta en modo profesional,
no miro ni escucho cómo
crece el romero
y esparce su brisa el tomillo.

Todo crece, o cae o envejece o brota.
Y el incansable pulgón vuelve a hacerse dueño de
los retoños.

Sigue el latido de lo cotidiano.
Sigue su curso el fluir de las cosas.

He de volver,
he de recuperar lo que me he perdido
por estar ausente.

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