"El cielo es azul y la tierra es blanca" Hiromi Kawakami

Ya he hablado aquí de mis inercias hacia lo zen.
Pues este libro te produce un estado de total calma, de pausa en movimiento, de fluir sin sobresalto, un "allure modeste" nada habitual en lo que solemos leer.

La minuciosa exquisitez con la que se describe desde una tarde buscando setas en el bosque a la degustación de una cena, o un paseo bajo la lluvia o la contemplación de un fragmento del jardín es tan relajante y grata que el libro se lee como una sencilla terapia de la calma, como olas mansas que van dejando un poso de belleza.

La relación que se establece entre los personajes que se relatan a si mismos tanto con sus palabras como con sus silencios es tan perfecta que sería imposible de no mediar entre ellos tantos años como, en efecto, ocurre.

"No solo nos gustaban los mismos aperitivos, sino que también estábamos de acuerdo en la distancia que dos personas deben mantener"
(Yo soy amante de la distancia justa, por eso me encanta esta frase).

Esta es una historia sencilla, escrita despacio, en la distancia perfecta para poder apreciar lo pequeño, lo sutil, lo bello.

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