"La mujer que buceó dentro del mundo" Sabina Berman

"El relato de Karen, más lúcida que muchos de los que la rodean, reivindica la intuición y los sentidos frente a la razón, el derecho a ser diferente".

Este me lo he dejado para el final.

Ha sido mi gran descubrimiento desde "la elegancia del erizo", aunque totalmente distinto de aquél.

Con "descubrimiento" me refiero a algo NUEVO, dicho desde un lenguaje y un sentimiento que poco tiene que ver con nuestras habituales reflexiones.

Habla una niña, una joven, una mujer autista, aunque no es la etiqueta que me gustaría utilizar.

Paladeo la belleza de lo distinto, lo raro, lo extraordinario.

Una simplicidad absolutamente rompedora, por diferente, puede percibir de nuestro mundo humano lo inhumanos que somos.

Esta chica, desde su arnés de buzo, donde se siente a salvo, (no de los peligros del mar, sino de sus semejantes) es capaz de mirar el mundo como un atún, como una mosca, como un buey, como un delfín. Sabe realmente ponerse en el el lugar del otro y nos demuestra cómo nosotros, que vivimos presos de nuestra insolencia, estamos ciegos a "lo otro", a los sonidos del mundo, sordos desde Descartes, sordos y solos.

Y creemos estarlo haciendo tan bien...

Solo cuando alguien distinto, que está obligado a aprender a ser como nosotros, los "normales", pone, con sus preguntas, en tela de juicio aquellos gestos, mas bien tics, lugares comunes, convenciones, que nos identifican, podemos ser capaces de ver cuán ridículos, faltos de comprensión, aislados, solos, parecemos.

Al fin y al cabo, parece decirnos Karen sin palabras, somos una especie mas en el mundo, pero una especie egoísta, torpe y débil.