"Inside job", Charles Ferguson

No vayas a verla si quieres mantenerte al margen, no vayas a verla si quieres seguir tranquilo, no vayas a verla si no te gusta el cine de terror, porque esta película da mucho, mucho miedo.

En primer lugar, hablemos de las formas, no hemos de olvidar que se trata de cine.
Es una película, no un reportaje.
La narración está a cargo de Matt Damon, al que nunca veremos, pero del que percibimos su elegante su voz. Un tono mesurado que, aparentemente, no toma partido, salvo sutiles ráfagas de ironía e incredulidad.
Y da comienzo la historia de una estafa monumental, que no un accidente, ésa que nos ha llevado hasta la situación límite que actualmente padecemos.
La versión, subtitulada, no facilita las cosas. En la pantalla hay textos en inglés y en castellano además de la identificación del personaje en cuestión y esto hace que el ojo no descanse ni un solo momento. Sin embargo, la imagen alterna personas y paisajes. Nos muestra esas instantáneas del principio: lujosos edificios nocturnos llenos de luz, jets privados y piscinas de infarto que poco a poco se tornan visiones del abandono, las casas deshabitadas, las calles vacías, los bloques a medio construir...
Si, ahí el ojo se relaja, pero la mente, no.
Todo lo contrario.
La banda sonora es adecuadísima, bien elegida, dinámica, poderosa.
Así el ritmo es fluido y, en ocasiones, apabullante.

Pero el fondo...
Podría describirlo mirando mi expresión a medida que la historia avanza, esforzada al principio, no soy muy ducha, lo reconozco, en términos bancarios y económicos y menos en inglés, conceptos como CDO, "apalancamiento", subprime, bonos, fondos tóxicos y demás, pero lo que si reconozco es el fondo de avaricia, piratería, abuso y desprecio por el otro, así pues, las manos se van crispando sobre el asiento, el ceño se frunce y oyes, constantemente, entre el público de la sala, expresiones mas o menos agresivas, mas o menos sofocadas.
De manera sistemática, argumentada, demostrada, se va dibujando la Gran Estafa al pequeño inversor, al hombre de a pie, al confiado, al incauto. Ellos son los que lo pierden todo mientras que aquellos, los piratas, verdaderos Piratas, no los del Caribe, mantienen sus fondos intactos, creciendo y perpetúan su poder, presentes (como te lo cuento!) como asesores de élite en los gobierno de Reagan, pasando por Clinton, Bush hasta... Obama (válgame el cielo!).
Y lo peor de todo, esto ya es la puntilla: Profesores de Economía de las mas prestigiosas universidades de USA, utilizados como voceros y valedores de las polémicas medidas, publicistas del descalabro que llevó a tanta gente a la ruina...
Por ahí andan todos, intactos.
Algunos, pocos, denunciados.
Juzgados, ninguno.
En la cárcel, nadie.
Tan solo en Islandia han tenido la decencia de denunciar a los artífices del desastre, al menos allí, los culpables tendrán lo suyo ( o eso espero).
Aquí, nosotros, seguiremos viendo películas. Las que nos quieran enseñar.

3 comentarios:

  1. Pues yo pienso ir a verla, lo malo es que sólo la ponen una sala.

    ResponderEliminar
  2. Entre el sábado por la noche y el domingo por la mañana vi la pelicula. La verdad es que me costó seguirla. Aunque tenía información previa de lo que había ocurrido y había adquirido nociones del lenguaje económico, la sucesión de acontecimientos, entrevistas, declaraciones etc... hace un poco caótica la trama. Creo que eso es lo que pretendió al autor, dar esa sensación de caos. No obstante, el resultado final, la emoción con la que acabas (emoción = sensación + pensamiento asociado) es de desolación total y absoluta. La avaricia de unos pocos ha hipotecado el futuro de toda una generación de jóvenes, además de haber contaminado moralmente toda la sociedad occidental.

    ResponderEliminar
  3. Ya de por sí bastante contaminada, añado.

    ResponderEliminar