Desmonta y construye simple

Un tsunami sacude mi casa cada febrero.
Un deseo de refrescarlo todo que inunda el aire de energía acuario.

El simple estante de un armario que se desmonta, provoca un efecto dominó donde nadie,
objeto, estancia, uso o habitante de la casa, parece estar seguro.
Que tiemblen los intocables: la mesa de comedor, el mueble del estudio, la estantería de los libros de culto.

Y bien, mi espíritu en tránsito permanente, aquejado de un revisionismo implacable y aceptado e incluso apoyado por el resto de compañeros de planeta, desmonta, deconstruye, recalifica, sintetiza y levanta nuevos espacios, mas acordes con quienes ahora somos, mas pendientes del sol, de la intimidad, de la luz que también cambia.

Esta es la nueva habitación de trabajo

De la estantería cayeron los Goleman, los hábitos de la gente altamente efectiva, los demagogos de la productividad, los faros, los consejos para hablar en público y moverse bien en la empresa, el ratón que buscaba el queso y otros cuya época pasó...

Quedan los que ahora me inspiran, elogiada lentitud, algunos cuentos, la nada, lo simple.

Construimos muebles efímeros, que duran lo que dura la necesidad de ellos, que nacen de otros usos, prestan un servicio y vuelven después al magma donde nada es invariable.

Terminando ya con el estudio, miramos hacia la habitación siguiente.

La energía no se destruye, se transforma.

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