Y digo anatomía pero, por su crudeza bien podría ser disección, o mejor: Vivisección...
Oscilando de la multitud a la soledad, de las calles al interior de la casa, ambos escenarios igualmente claustrofóbicos, del ambiente de trabajo a la vida en pareja, de las estaciones llenas de hombres de sombrero y maletín a las cocinas donde una mujer sola plancha junto a la ventana.
Una historia que trata de las cárceles autoinfligidas, del castigo de desesperanza que nos aplicamos sin preguntarnos si otra alternativa es posible, la pérdida de la ilusión, de cómo se van silenciando las expectativas, del momento en que la vida deja de ser lo que podría ser para convertirse en lo que nunca será.
Soberbia Kate Winslet, una diosa en los primeros planos, un dominio total del tono, de la voz, del silencio. Como siempre Di Caprio a su lado me parece un chico saltando para alcanzarla, pero, en esta ocasión, da el perfil. Sin embargo, injustificadamente cae sobre su personaje la responsabilidad de salvar a los dos. Porque son los años cincuenta y no caben rebeldías feministas, no todavía...
Aunque sí nos depara un último alarde de independencia, de decisión personal, un rayo brutal que en lugar de alumbrarnos, nos deja ciegos.
En fín, es mi opinión: Se trata de una película imprescindible.
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