Nadie es perfecto: El brillo de un desconocido


La ví de nuevo. La recodaba amable, especial y me encontré con una película irregular, bastante tópica y algo pasada de moda, pero algo más.
Han pasado once años y se han hecho demasiadas cosas a cerca de relaciones entre desiguales que acaban descubriéndose más cercanos de lo que al principio se creen.

Pero de lo que quiero hablar no es de Robert de Niro, el héroe algo facha, de la chillona aparición de las vecinas locazas, de los musculosos brazos del pizzero, de las duras escenas protagonizadas por los malos, ni siquiera del bello fisioterapeuta que trata al protagonista... de quien quiero hablar es de Philip Seymour Hoffman, de él o debiera decir de ella?
Si yo fuera una mujer encerrada en un cuerpo de hombre, querría tener su gracia, su manera de mover las manos, su categoría presencial, esa voz, el estudiado ángulo de cuello y cabeza, su manera de decir, con la misma rota ternura, "honey" o "bastard"...
Hablo de una interpretación que me sorprendió aquella primera vez pero que hoy confirma mi predilección por este actor que nunca falla. Que eleva sus personajes a categoría de prototipo, tan creíble, tan denso y complejo que, mas que actuar, parece "vivir" su papel ante la cámara.
Si lo habéis visto en Truman Capote , Hapiness, La guerra de Charlie Wilson, La duda... sabréis a qué me refiero.

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