
me miró un instante
aquellos ojos sorprendidos en falta,
desde su carne nívea,
repartida generosamente
por una naturaleza magnánima
sobre los huesos ocultos
vendaba su cintura con film plástico,
embutiendo toda su blancura en celofán
y yo la miré y enseguida desvié la mirada
y me fuí de allí en busca de mi propia esbeltez
pero, durante mucho tiempo después,
seguí preguntándome
qué es lo que realmente (nos) sobra:
peso corporal
o un exceso de obligatorios referentes ?
Pues sí, somos muy pesa@dos. No hay quien nos entienda.
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